Descripción
Extraordinaria, lujosa y espectacular edición facsímile realizada en 2013 de La Alhambra en el siglo XIX: Planos, alzados, secciones, y detalles del Palacio de La Alhambra. 1842.
Con un gran formato de 49 x 68 cm y 240 páginas, este libro editado en 1842 por el arquitecto Owen Jones con una tirada de 100 ejemplares, recoge una visión de La Alhambra en el siglo XIX a través de 29 grabados, 24 xilografías, 150 inscripciones árabes y 29 cromolitografías. Fue la primera vez que se utilizó esta técnica en la composición de un libro. El texto de Pascual de Gayangos nos introduce en los orígenes de la Alhambra hasta su conquista por los Reyes Católicos. La tirada de la edición facsímile de 2013 fue de tan sólo 150 Ejemplares.
Características de la edición facsímile de 2013:
Encuadernación artesanal en terciopelo fino sobre tabla con estampaciones en oro y decoración en seco. Gran formato 51 x 69 cm. 220 páginas en papel especial, conteniendo 29 grabados (4 dobles de 68 x 82 cm), 29 cromolitografías y 24 xilografías. Escrito originalmente en bilingüe inglés/francés, con frases en árabe y títulos en español.
Textos por Pascual de Gayangos: Semblanza histórica de los reyes de Granada, e inscripciones árabes. Owen Jones: Comentario de los grabados y detalles.
Artistas: Owen Jones y otros grabadores, xilógrafos y cromolitógrafos.
Edición limitada a tan sólo 150 ejemplares numerados y autentificados notarialmente.
El extraordinario volumen facsímile se presenta en un estupendo estuche cerrado, formato maletín con asa, realizado en piel editorial azul medidas 60 x 71,5 x 6,5 cm.
Acompañado de libro de estudios en español con la traducción del texto inglés y de los poemas árabes. Formato 21,5 x 30,5 cm.
Planos, Alzados, Secciones, y Detalles del Palacio de La Alhambra. 1842.
El autor fue el arquitecto inglés Owen Jones (1809-1874), quien dedicó su obra, in memoriam como coautor, a su amigo Jules Goury (1803-1834). En 1832, los arqueólogos y arquitectos Jones y Goury viajaron a Egipto para estudiar la arquitectura islámica de El Cairo; después fueron a Constantinopla y finalmente a Granada, en 1834, donde comenzaron a estudiar la decoración de la Alhambra. Tras una estancia de seis meses, Goury murió del cólera y Jones regresó a Londres decidido a publicar los resultados de sus estudios. En la primavera de 1837 volvió a visitar La Alhambra y completó la colección. Tomamos de su propia obra: “Para asegurar la exactitud perfecta, tomó una impresión de todos los adornos del Palacio, ya fuera en yeso o papel mojado sin encolar, representando de forma peculiar en bajorrelieve los ornamentos de la Alhambra. Estos modelos fueron esenciales para su exacta reproducción por los grabadores.”
Después de diez años de duro trabajo (1832-1842) publicó su obra “Planos, Alzados, Secciones, y Detalles del Palacio de La Alhambra”. Tuvo que hacer un esfuerzo financiero considerable; pero a cambio ganó un gran prestigio debido a sus estándares pioneros en cromolitografía. Esta obra está considerada el primer gran trabajo, a nivel mundial, donde se utiliza la técnica de cromolitografía. A partir de los dibujos de Jules Goury, Owen Jones, y “Enrique”, un dibujante que debió colaborar con ellos desde los primeros tiempos, Jones se puso en contacto con los mejores estampadores de la época para hacer realidad su sueño. Los grabadores fueron: W. S. Wilkinson, E. Kennion (hijo de Edward Kennion, también grabador), Thomas Talbot Bury (1811-1877), C. Rauch, Frederick Williams Branston (1804-1879), y Henry Vizetelly.
El texto de Pascual de Gayangos y el Comentario de Owen Jones están apoyados por dibujos hechos en el campo por los autores; como exteriores, vistas topográficas y detalles. Estos dibujos fueron reproducidos en planchas de madera para su estampación; es decir, xilografías. En la obra sólo encontramos “Wood engravings” (xilógrafos) junto a los nombres de los “Engravings” (grabadores). Ello significa que algunos dominaban ambas técnicas. F. Williams Branston, además de grabador en cobre fue un cotizado xilógrafo, y a él se deben la mayor parte de las estampas xilográficas.
Owen Jones dibujó los alzados y secciones; pero los pequeños detalles y más de 150 inscripciones árabes contenidas en los fustes, capiteles, arcos, frisos, mosaicos y en los sitios más inesperados, fueron grabados en bajorrelieve usando todo tipo de materiales capaces de llevar a cabo la reproducción. Estas réplicas exactas también se llevaron la madera para su estampación. Pero Jones se encontró con un grave problema: ¿cómo resolver la impresión del color? Podía dar una idea exacta, a escala obviamente, de los edificios de La Alhambra y sus elementos interiores; pero el color de las decoraciones del Palacio nazarí era muy especial. La paleta de colores era muy básica, pero el brillo, la luz y los dorados son únicos. Más adelante, durante una conferencia como profesor de la Escuela de Arquitectura diría una frase lapidaria: “La forma sin color es como un cuerpo sin alma.”
Hacia 1840 había llegado a Inglaterra una nueva técnica litográfica que consistía en la reproducción a color. A este método se le llamó “cromolitografía”, el cual consistía en hacer tantas planchas como colores e imprimirlas en un mismo soporte a base del marcado de registros por cada color para no empastelar el resultado. Esta técnica, nacida en 1835, se utilizaba para pequeñas superficies y trabajos aislados; pero hasta la fecha no se había realizado un trabajo a gran escala. Jones, Enrique, M. Hardie y J. M. Friedman trabajaron incansablemente para lograr su objetivo.
Las inscripciones árabes están traducidas por Pascual de Gayangos y Arce, arabista sevillano afincado en Londres. Hemos seleccionado algunos poemas del siglo XIV alusivos a la belleza del Palacio de La Alhambra:
Yo soy el jardín, y todas las mañanas aparezco ataviado con la belleza. Mira atentamente mi elegancia, y cosecha los beneficios de un comentario sobre la decoración.
Aquí está la cúpula maravillosa, ante cuya hermosa proporción todas las demás (cúpulas) se desvanecen y desaparecen.
A la que la constelación de los Gemelos extiende la mano del saludo; con la cual conversa, y la luna llena abandona su estación en el cielo.
Para verlos, uno podría imaginar que fueran tantos planetas que giran en (los arcos de esta Sala) sus órbitas, con el fin de arrojar la sombra (incluso) a los primeros rayos de la mañana.
Aquí están las columnas adornadas con toda perfección, y la belleza en las que se han convertido es proverbial.
Las cuales, al ser golpeadas por los rayos del sol naciente, uno podría imaginar a pesar de sus dimensiones colosales, que son otros tantos bloques de perlas.
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